jueves, 9 de septiembre de 2010

Capitulo 14



Estefanía va con su ropa planchada para entregar. Al cruzar, un auto casi se le tira encima. Frena a pocos centímetros de ella.
--¡¡pero a ti dónde te dieron el carné¡ ¡¡SALVAJE¡
El conductor del auto baja la ventanilla y seductor le dice:
--en realidad nunca me lo saqué.
A Estefanía se le desencaja el rostro al saber que es León quien maneja. Eso la enoja aún más.
--¡tú, es que tenías que ser tú¡
León se muestra coqueto.
--venga no te enfades que te van a salir más arrugas –dice con burla.
Eso ofende mucho más a la chica. Grita.
--¿¿es que me estás llamando vieja?
León le guiña el ojo.
--Estamos empatados porque tú me llamaste niño y yo te puedo demostrar que de niño no tengo nada.
León sale del auto. Sofoca a la joven con unos jeans estrechos que le resaltan su figura. A ella le gusta.
--Yo te puedo ser el hombre que necesitas.
León es muy coqueto y ella siente una fuerte atracción sexual hacia él. Le escandaliza sus sentimientos porque es sólo un adolescente.
--¿hombre? ¡Ni siquiera eres un hombre¡
León le pone las manos en la cintura. La siente temblar de deseo.
--Si te gusto ¿porqué resistirse?
Estefanía lucha contra sus propios sentimientos. Ha esperado mucho tiempo al hombre de sus sueños como para caer en los brazos de alguien que de hecho no puede considerarse un hombre por edad.
--¿necesitas algo, Tefi?
Es un guapo hombre que los interrumpe. Ella se aparta del joven.
--No, todo está bien.
León mira al recién llegado con cara de fastidio. Sabe que si se hubiera demorado unos segundos más la chica cae y eso no se lo perdona.
--¿y tu quien eres? –le reclama.
--soy el vecino.
León siente que Juan es un rival, que quiere con Estefanía. La joven siempre ha rechazado a Juan y aunque por el lado le alegra que haya evitado que cometiera una locura, no le gusta que la haya visto con León. Juan se ofrece para acompañarla a casa.
--prefiero ir con León –dice Estefanía nerviosa.
León mira a la chica con cara de depravado convencido que ya la hice. Mueve incluso un poco el puño hacia arriba. Juan mira triste a Estefanía. Ella siente que él siente que ella lo que quiere es acostarse con el adolescente y que se lo está reclamando. León se muestra como el caballero perfecto. Le abre la puerta del auto, ella entra nerviosa. Él frente al volante. Pega su pierna a la de ella deseoso de la virginidad de ella que se llevará también la de él. Y a ella le cuesta no dársela. Para olvidar la lujuria empieza a hablar:
--A quien le robaste el auto?
--Es de mi papá.
--Él sabe que manejas sin carné.
León pone cara de travieso:
--si le hago un buen uso no le importará.
Están en un semáforo, León no controla ya sus hormonas. Le pone la mano en el muslo a la joven y la metiendo por debajo de la falda. Aunque lo desea, Estefanía se asusta y le da un bofetón y sale huyendo del auto. León pensaba que se le haría más fácil. Golpea el volante con rabia. Iba a seguirla pero ve que se acerca una patrulla de policía y prefiere irse.

La chica llega sofocada a su casa. Le da vergüenza que su hermano descubra algo pero Ignacio está tumbado en el sofá duerme.
--¡últimamente se la pasa durmiendo¡ ¡¡ni que pudiera controlar sus sueños¡




Aunque no controla sus sueños, la obsesión de Ignacio tanto por Simón como por Thiago le lleva a soñar casi siempre con ellos. Es por eso que siempre que tiene un rato se duerme un poco con esa ilusión. Está convencido que es la única manera de estar con uno de esos actores tan guapos. Aunque ahora en que más piensa es en Simón, Thiago le sigue pareciendo muy muy guapo. Sueña que va con un grupo a una cabaña. Ignacio está atormentado porque Thiago lo ha lastimado y no quiere reconocer que le gusta mucho. Hay bastante gente. Está Lucas, Simón y también Silvinho. Ignacio se enfrenta a Lucas:
--¿porqué trajiste a Thiago después de lo que me hizo?
--Ahora no te hará nada.
El problema es que a Ignacio le gusta mucho Thiago y no lo quiere reconocer. En realidad le gusta tanto Simón como Thiago y lo que le molesta es que ninguno de los dos le haga caso. Todos duermen menos Ignacio que no puede dormir. Está alterado por tanto guapo a su alrededor. La cabaña tiene dos plantas. Está en la de arriba con Simón y Thiago. En la de abajo está también Silvinho que le gusta mucho. Duerme en una manta, en el suelo. Ignacio lamenta que haya dos plantas para no tenerlos a todos juntos. Silvinho duerme e Ignacio tiene tentación de dormí con él. A la mañana siguiente le explica sus penas, el daño que le ha hecho Thiago a Silvinho. Lo abraza. El hombre no le dice nada pero tiene cara de fastidio. Ignacio despierta sofocado.
--¡wow¡ ¡¡Eso sí que era el paraíso¡
Estefanía lo mira burlona:
--¿qué te pasó?
Ignacio no le dice nada porque no quiere que su hermana se ríe de él. Ella tampoco le dice nada porque igual no desea contarle lo que te pasó.

Esa misma tarde, Thiago se sorprende por la visita de León. Lo recibe en bóxers y muy triste.
--primo, ¿qué haces?
León lo abraza.
--Me tenías preocupado… Estás hecho un asco.
Thiago está muy triste. No tiene ganas de vivir.
--deberías hablar con Simón, no puedes seguir así.
Thiago se derrumba en el sofá con una botella de vino.
--eso quisiera yo pero él no quiere.
--pero te tienes que animar o vas a perder tu trabajo.
Thiago echa un trago.
--Me echaron de la novela.
Pero en realidad eso no le importa. Le duele que Simón está con él. León le pone la mano en el muslo. Se muestra fraternal.
--pero tienes que tratar de salir adelante. Ya has pasado por eso.
León le da consejos para que no se le note mucho que sólo le quiere pedir un favor. Thiago lo conoce.
--agarra lo que quieras y vete…
León sube corriendo a la habitación. Recuerda que un día su primo le contó que tenía guardadas todas las cartas que le ha ido escribiendo a Simón. En especial cuando eran adolescentes, Thiago era muy romántico y León está seguro que con esas cartas Estefanía se le rendirá. Agarra unas cuentas y se va corriendo. Al llegar a casa la escribe de su puño y letra y se la manda…

Día a día, Estefanía recibe en su domicilio una de esas cartas. No sabe quien se las envía pero son muy profundas. Lo tiene claro. Se ha enamorado del autor.







Simón está aparcando su auto, está aparcando. Nada más salir se encuentra que en frente tiene lo que parece un mendigo. Por sus ropas, su aspecto.
--perdoná, me asustaste. ¿querés una moneda?
--soy yo, Simon.
Simón se queda impresionado al ver el aspecto de Thiago. Sin afeitar, despeinado. Con los ojos hinchados por el llanto, con síntomas de embriaguez continuada. A Simón le impresiona y le conmueve. Le duele verlo mal. Le acaricia la mejilla.
--¿qué te estás haciendo?
Thiago llora:
--Es que sin ti no puedo vivir. Perdoname, Simon. Sin ti no puedo vivir. Perdoname.
Pese a su mal estado, Simón ama a ese hombre. Lo abrazaria, lo besaría pero se mantiene alerta. Se aparta de él.
--Sabes que no puedo.
La negativa de Simón lastima mucho a Thiago.
--No me hagas esto, mi amor.
Thiago llora. Se tambalea. No es ni la sombra de lo que era. Simón tiene un nudo en la garganta. Le duele mucho la situación.
--tú y yo no podemos estar juntos. Somos incompatibles.
Thiago trata de abrazarlo pero Simón lo rechaza.
--No me rechaces, mi amor. Sé que podemos ser felices. Perdoname, perdoname.
Thiago está destruido. Se tira encima de Simón. Lo abraza con fuerza. Simón quiere rechazarlo pero Thiago lo agarra con mucha fuerza.
--¡voy a cambiar, te juro que voy a cambiar¡
--dejalo ya, no nos hagamos más daño.
El aliento de Thiago embriaga a Simón. La boca del primero busca a la del segundo.
--No me rechaces, cierra los ojos. Amame.
--No puedo. No puedo estar a tu lado cuando sé que me vas a ser infiel en cualquier momento.
Thiago no tiene defensa y opta por callarlo con un beso. Simón pone la mano en medio de ambos para no besarlo. Se aparta de él.
--Ya te he dado demasiadas oportunidades.
Simón se da la vuelta para meterse de nuevo en el auto. Thiago le agarra del brazo y le suplica desde lo más profundo de su ser.



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